Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 61 x 46 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 61 x 46 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
Acrílico, collage, sobre lienzo 46 x 61 cm
AZULES Y ROJOS
Pasado continuo
A veces vamos caminando, llegamos a algún lugar y, de pronto, sentimos como se nos empieza a cargar lentamente la espalda con el peso de toda su historia. Incluso puede que nos cambie el ánimo en ese mismo momento. Como si cada sitio tuviese sus propios surcos y heridas, su propia biografía y carácter.
Uno llega a Pompeya y, aunque físicamente sólo vea tierra y piedras, siente como mientras pasea, las ruinas y los muros, mosaicos, olores y gritos van creciendo en torno suya. Es una sensación incómoda que va en aumento. Como si el pánico y la ansiedad de los ciudadanos romanos huyendo del Vesubio siguiera simplemente ahí impregnando todo y se pudiera respirar y presenciar indefinidamente. Es algo parecido a saberse pisando tierra firme y a la vez estar viajando en una máquina del tiempo.La última vez que tuve esa sensación fue visitando los Refugios de la Guerra Civil en Almería y es el comienzo de esta serie de cuadros. Allí en los refugios, pude ver a mi abuelo hecho un crío delgado y feuchín que corría empujando y abriéndose paso y a mi abuela una niña callada de familia numerosa sentada cerca de su madre esperando poder volver a su cama. El allí y en su momento de ellos, sucedía en aquel aquí y entonces ahora mío.
Y empecé a pensar en cuantas calles que estuvieron empapadas de sangre recorrería yo a diario ignorándolo. Las costas desde las que la armada de Hitler bombardeó Almería hoy se encuentran inundadas de personas con mascarillas. Las hermanas de clausura, que fueron abusadas y desaparecidas, han sido sustituidas por otras iguales y distintas. Las cartillas de racionamiento o las filas a las puertas de los mercados conviven con carros llenos de productos cada vez menos naturales y necesarios. Los niños que no tenían prácticamente qué vestir y veían remendar hasta la saciedad sus trapos sucios actualmente tienen armarios atiborrados de ropa hecha en países exóticos de extraños nombres. Y en los refugios, hoy todos se hacen selfies sonrientes. El no saber suprimía y ninguneaba.
Las pinturas pertenecientes a Azules y Rojos materializan memorias y escenas vividas por supervivientes de la Guerra Civil española y las contraponen y posicionan en su legítimo lugar físico y concreto en la actualidad. Todo acontecimiento se desarrolla y sucede en el mismo espacio solo que en diferentes líneas temporales. Y el amasijo de historias compartidas crea un conjunto de collages de realidades complejas y fragmentadas donde pasado y presente coexisten en una retroalimentación continua.